miércoles, 18 de noviembre de 2009

Emily y Taylor Mittchel





Emily Mitchell es la madre de Taylor Mitchell una jovencísima cantante de Folk Canadiense que ha muerto recientemente debido a los ataques de unos coyotes mientras hacía acampada en uno de esos grandiosos y muy imponentes bosques canadienses, en el Parque Nacional de Cap Breton. La noticia ha sido publicada en medios nacionales españoles, hace ya unos días. Pero la carta que Emily escribe, para leer el funeral de su hija Taylor me llegó buscando referencias de los principales periódicos canadienses para un trabajo escolar de mi hija. Ya saben,( buscándole atajos que eviten excusas que la lleven hasta el tuenti cuando no debe). Es una suerte haber pasado por esa dirección de internet en mi búsqueda particular.
Me gusta leer cosas importantes aunque me duelan, cosas que me recuerden quien es el hombre en la tierra. Me gusta no perder ese norte, el único norte en realidad. Porque a veces uno tomaría el camino del sur cuando las cosa se ponen feas, e iría a refugiarse al calor de los colores y la alegría, desearía supongo que no existiese un norte inhóspito y frío. Pero el blanco existe porque hay un negro, ¿se imaginan escribir en negro sobre fondo negro? si le hemos puesto una palabra al dolor es también porque existe otra para el placer. En este cosmos infinito todo necesita de su contrario, al menos para ser comprendido, supongo.
Me alegra mucho haber leído la carta de Emily a quien desde aquí le envío mis condolencias virtuales por si fuera verdad que la energía viaja a través del pensamiento y es por eso que la traigo al blog.


Que Emily diga de su hija :“Taylor 'was my shining light, my baby, my confidante and best friend,”' no sorprende pero por supuesto emociona. Mitchell agradece en el inicio de su carta, como buena Canadiense, la cooperación de todas las personas que hicieron lo posible por salvar a Taylor aquel día y el apoyo de todas aquellas que le han enviado sus condolencias. Esto es lo que distingue a las personas grandes de las diminutas. Recuerdo a Tagore al leerlo y me parece que a Emily sus lágrimas no le impiden ver las estrellas.
Al tratarse de un suceso que ahora llamaríamos “mediático” Emily se ve en la necesidad supongo de aclarar algunos aspectos de las circunstancias que han rodeado la muerte de su hija y hace saber a quien quiera entenderlo que su hija : “was a seasoned naturalist and well versed in wilderness camping. She loved the woods and had a deep affinity for their beauty and serenity”. Y después añade con una sencillez y resignación admirable: “Tragically it was her time to be taken from us so soon”.
Tal vez Emily sea una persona religiosa o tal vez no, pero es desde luego de una gran categoría emocional y personal.
En esta especie de estado de sitio que vivimos donde se nos quiere hacer creer que el fin único del estado no es prevenir bajo sanción por recaudar, sino el evitar que nosotros pequeños analfabetos muramos atropellados, escachados, ahogados o despeñados, resulta llamativo que haya ciudadanos que en algún lugar del mundo sean coherentes y un estado que no le pase una factura por imprudente.
Y es que la vida es muy complicada y frágil. Cualquier intento de bonhomía por parte de nuestras leyes está bien pero tiene sus consecuencias y a veces produce paradojas extrañas.
Por ejemplo, hemos recibido la buena noticia de que se ha disminuido el número de fallecidos en accidentes de tráfico. Nadie se atreve a decir que esto sea una mala noticia porque no lo es. Sin embargo esta buena noticia ha hecho disminuir considerablemente el número de órganos disponibles para trasplantar a personas que sin ellos morirán. Es complicada la vida ¿no? Si nos preguntan si queremos morir en un accidente decimos que no. Sea cual sea. Pero si mañana uno de nuestros órganos vitales falla o le falla a un ser querido, lo que deseamos es un trasplante (y para eso alguien tiene que morir). Que Dios no nos lo pone fácil, es cierto. Que a veces no es posible argumentarlo todo también. En nuestro país, se gesta una nueva ley para reducir el número de muertes entre los peatones, y que obligará a los conductores a circular por ciudad a la velocidad de una bicicleta que es más o menos 30 por hora cuando vamos de paseo, no sé si llega siquiera a ejercicio moderado. Pero recaudar está mejor que enseñar al peatón que por la calzada pasan los vehículos y que aunque haya un paso de cebra, como que mejor mirar primero y cruzar después, mejor que investigar porque y por quién suben las falsas denuncias por atropellos, y por supuesto es mejor y más fácil que ser coherente y responsable y acabar con los puntos señalados en las estadísticas como negros. Estamos llegando a un punto donde la voracidad de la recaudación empieza a ser ilimitada y cualquier excusa es buena y asumida por el dócil ciudadano.

Hay dos formas de ver la vida en este sentido, una la de quienes quieren matar a los coyotes tras una excepción trágica de la naturaleza y otra la visión de la madre de Taylor que dice en sus propias palabras:
“We take a calculated risk when spending time in nature's fold -- it's the wildlife's terrain. When the decision had been made to kill the pack of coyotes, I clearly heard Taylor's voice say, "please don't, this is their space". She wouldn't have wanted their demise, especially as a result of her own. She was passionate about animals, was an environmentalist, and was also planning to volunteer at the Toronto Wildlife Centre in the coming months”

Es decir, la de quien entiende que el hombre que no asume sus propios riesgos y respeta el orden natural de las cosas, está alejándose del sentido de la vida.
Para Emily la vida de su hija fue “short but full and vibrant life” y todos los esfuerzos y mensajes que recibe, le ayudan a mantener viva la memoria de su hija.
“There will be a service and visitation, as well as a concert to celebrate her life and music”
Está claro que Emily es una madre al lado de la vida. Una madre herida por la dentellada de la muerte cerca de su propio corazón. Pero con coraje. Con actitudes así se comprende mejor porque el mundo ha sobrevivido a tantas catástrofes y de dónde ha sacado la fuerza para no rendirse ante tantas adversidades como ocurren. A lo mejor no todo está perdido.
¿Cuántas horas despreciamos tratando de amar a nuestros hijos de forma equivocada? ¿Cuántas esperando de la vida aquello que no puede darnos? No es que seamos en realidad tan lerdos, supongo, sino que nos falla a veces ese valor que hace falta para seguir confiando en que sí podemos. Hacer de cada minuto de vida un minuto memorable (Rae: digno de memoria).
Por eso pienso que los minutos dedicados a leer y comprender a Emily han sido para mí memorables.
Descanse en paz Taylor y ojalá Emily sea capaz de salir de todos y cada uno de los pozos emocionales que le quedan por vivir.

2 comentarios:

Jesus molinero dijo...

Muy conmocionado por el fallecimiento d esta cantautora de exquisita voz y delicadeza en su composiciones.Destacaría la entereza emocional de su madre,como bien apuntas Lux.Un abrazo para su madre y a tí de conocer tu bolg por estatrágica circuntancia

Lux dijo...

Gracias Jesús,
Cualquier pérdida de un ser humano es trágica pero por alguna razón la de algunas personas tienen nos aportan una luz dentro del negro dolor...que merece contemplar.
Me alegra contar contigo como lector.
Feliz Año!!.

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