jueves, 30 de abril de 2009

Olav de la isla.




Olav es un niño corriente, aunque lleve nombre de rey nórdico, para despistar. Probablemente parecido en muchas cosas a cualquiera de los niños de doce años a los que conocemos, ya saben, supongo que metro cincuenta y tantos, ojos despiertos, con sueños pre adolescentes e inocente, (como habrían de ser todos los niños a los que la vida o los hombres no les robasen parte de su infancia).
Olav asiste a un colegio público balear llamado para pesar de sus profesores valencianos (que se dirigen a él en catalán), “Cervantes”. Y digo esto porque después de lo visto en los periódicos, apostaría todas las canicas a que si dicho colegio balear, se sigue llamando así “Cervantes”, es porque resulta complicado traducirlo al catalán, al balear, al valenciano, al gallego, al vasco, al árabe, o al rumano o puestos ya a fabla, que es por si lo ignoran un idioma románico de algunos pueblos del pirineo aragonés.
Olav es como digo un niño aparentemente corriente pero incómodo, pertenece a una familia bilingüe (padre balear, madre andaluza) y para muchos amantes obcecados de su terruño, supongo que además se trata de un ex infante un tanto quejica porque, en lugar de quedarse calladito y obediente como los demás compañeros de isla, o pasar el tiempo jugando en la videoconsola tratando de ganar empecinado a la selección española de futbol, waterpolo o taekondo, que sería ya me entienden lo apropiado en los tiempos que corren, el niño va y se crece y así como quien no quiere la cosa, le pide a su padre que “no le deje tirado”, que hable con los profesores para que pueda examinarse en la lengua de su país (puesto que vive en su país, su padre trabaja en ese mismo país y paga los impuestos en ese país). Exactamente su petición fue examinarse en castellano.
Los niños malcriados ya se sabe, tienen esas cosas, piden y piden por no haberles puesto el bozal a tiempo.
Y es que Olav se ha debido creer que vive en un país de ideas decadentes donde uno puede saltarse las normas regionalistas del lugar en el que se estudia. Y todo por ignorante, ¡si sabrá él lo que ha costado conseguir que la gente se exprese “obligatoriamente” por autonomías para que no se entiendan! Por eso los profesores, todos ellos tan convencidos de su papel educativo y bien formado por modernos ideales patrios, le han dicho al dichoso niño que de eso nada monada que o hace los exámenes en un país español, sentado en un pupitre balear y utilizando un idioma catalán o que cero pelotero y el caso, pues ya lo han visto, ha saltado los periódicos. Un malcriado el niño, ya lo he dicho.
Y esto, que sea noticia, consuela un poquito porque quiere decir que aunque todos lo sepamos y callemos, con el único fin de que haya una cómoda paz social, no debe parecernos del todo muy normal puesto que ha resultado ser un asunto un poquito noticioso.
El niño para justificar su ilusión que no su ceguera, dice que la razón por la que lo pide es que “se expresa mejor en castellano” ¡vaya ocurrencia!, y como va en algunas asignaturas un poco justito a veces, pues ya se sabe, toda ayuda es poca. O sea, que al final el niño pues pide poquito, ni siquiera clases en español.
Pero yo que ya empiezo a sentir la comodidad que da cumplir añitos y por tanto de ignorar lo ajeno (que bastante tiene uno con lo propio) va ser que no voy a escandalizarme con estas minucias lingüísticas allende Aragón porque tal y como yo lo veo el caso es de poca importancia, (como ya dicen algunos bienhechores, el protagonismo político de un padre que utiliza a su hijo) o como mucho, se trate del uso indiscriminado de un arma muy ecológica que mata la historia y los derechos elementales, pero muy limpiamente sin dejar demasiado rastro, algún daño colateral como Olav y punto, pero ¿Quién se acordará de este muchacho disléxico de aquí a una semana, por ejemplo? Pongamos que yo sí quiero acordarme y por eso escribo sobre el caso.
Vale que esta ovejita inmadura se ha salido del redil pero es cuestión de tiempo que a falta de buen pasto, vuelva con su querido profesor y cumpla con honores su papel de perfecto alumno balear, bien sea porque es ese profe, el que tiene la sartén por el mango en cuanto a las calificaciones y como puntuar o porque el ambientillo escolar le empiece a resultar un tanto cargadito.
No se que sabe Olav sobre ese extraño país en el que le nacieron, probablemente se creyó que estaba en un lugar guay con mucha alianza de civilizaciones y clases muy multiculturales. Pero va a resultar que su indisposición a exponer lo que aprende, en un idioma que no sea el español le va a abrir sus hermosos ojos infantiles sobre la realidad de lo irreal en esa España nuestra, hasta darse cuenta si es que lo ignoraba, de que ese civilizado país no es como el de Alicia sino un lugar donde se cometen aberraciones personales, lingüísticas, históricas, educacionales y otras de digamos índole muy diferente y que no le va a quedar otra que irse de paseo por los tribunales, si persiste en su empeño. Aunque probablemente, como la justicia de este país nos ha salido, justa pero un poquito lenta (¡vaya con el axioma!) para cuando se pronuncie, caso de que llegase el “caso”, Olav tal vez sea un padre guapetón y resignado que enseña catalán a sus hijos en su isla balear para evitar que pasen por donde él ha tenido que pasar. La decepción educativa, digo.
Pero sabes Olav, yo pertenezco a una tierra, que es también la tuya que lo sepas, donde no existe esa perversión idiomática (de momento) en las escuelas, y siendo hermosa no lo es probablemente tanto como la tuya rodeada de ese inmenso mar, aunque por otro lado es también la mía, incluso sin vivir en ella y por eso le deseo lo mejor. Bien pues aquí, en esta tierra de secano, se dan también cositas curiosas. Nuestro Consistorio, que son un grupito de concejales y concejalas, acudieron ayer a un curso que tu y yo les pagamos para que una tal Bengoechea (suena un poquito vasco, el apellido, pero tiene suerte de que aquí esa nimiedad no nos importe) profesora decana de la facultad de Filosofía y letras de la universidad de Madrid, enseñe sin acritud “cómo se cae en el leguaje sexista y cómo evitarlo” y nuestro alcalde socialista que es un tanto talludito, ha asistido junto a la mitad de los concejales y concejalas, (de la otra mitad no se sabe la razón de su falta de asistencia) porque es un tipo que sigue la onda. Pero llegados a este punto, no le ha quedado más remedio a nuestro señor alcalde que reconocer que está un poquito limitado por la fuerza de la costumbre y que si bien en el leguaje oral le va a resultar un tanto imposible poner en practica los conocimientos adquiridos sobre el tema, se va a aplicar sin embargo, para tenerlo en cuenta en el lenguaje escrito (que es el que supongo le preparará el secretario o la secretaria del consistorio o consistoria). ¡ Si señor, ese es mi alcalde!
De verdad te digo que esto de las letras se está convirtiendo en un arma de destrucción masiva. Pues a mi que me nacieron mujer y así sigo, va a ser que esta lucha que han emprendido en mi nombre me la repamplinfa puesto que precisamente porque soy muy consciente del poder de la palabra, me da que esa cruzada en nombre de la mujer no tiene en absoluto la finalidad de “igualarla” sino de poseerla de un modo muy particular. De momento el discurso-enseñanza de Bengoechea no es obligatorio, pero tan pronto salgan unas siglas detrás de esta corriente desocupada todo se andará, porque como ha dicho por la radio noséquiénnimeimporta de tu bella isla, “hablar catalán es obligatorio porque sino nadie lo haría y se olvidaría” así que entenderás que ante semejante razonamiento los pelos se me pongan como escarpias. Pero hay que ser tolerante y comprender los complejos ajenos. Como cuando la administración se dirige a ti con una carta iniciada con Querido amigo, (lo juro) pues será que la pobrecita está muy sola.
Ya ves Olav, tu necesitas ayuda y acusan a tu padre de protagonismo y utilización inapropiada de un menor (que por otro lado es propio como suya es la responsabilidad de educarte como considere) y yo que no he pedido ayuda me salen ilustres profesoras que vienen a salvarme. En fin, ojalá uno de esos defensores del menor te escuche y obre el milagro que necesitas, pero si no ganas esta batalla no desesperes, es justo lo que pides. Exprésate siempre para que te entiendan y perdona a los adultos porque como dijo hace mucho tiempo un tal Jesús “muchas veces, no sabemos lo que hacemos”.

Posdata: Aquí tenemos una zonica a la que llamamos la franja, colinda con otra, llamada Cataluña y en la actualidad se están estudiando acuerdos para editar los libros escolares en catalán, aunque dicha franja sea de momento y hasta donde yo sé Aragón. A algunos de nuestros políticos les gusta la noble labor de ayudar a extender el bilingüismo eso sí, siempre que no se trate del inglés, que es el idioma de lo opresores después del español.
Pero bueno estamos aun muy lejos de tener tu problema así que ¿porqué preocuparse?

domingo, 19 de abril de 2009

Carmen Montoro Cavero

A veces, cuando pienso en todo lo que desconozco, me pregunto cómo habría sido mi vida sin todos los libros que me han acompañado tan silenciosamente.
De qué habrían estado forjados mis pensamientos más íntimos, sin el conocimiento vivaz de otros, mucho más pausados a veces, más impetuosos otras pero sobre todo y a menudo, más sabios que los míos.
A los libros y a sus autores, les debo mucho. Han estado acompañándome fielmente cuando más los necesitaba y han ido variando su contenido sin prejuicios, según mi propio cambio personal, siendo muy pocas las veces que me han decepcionado. Incluso aquellos libros cuyas páginas prometían y luego resultaron no ser lo que esperaba, (¿no nos pasa esto también con algunas personas?) estuvieron cerca de mí supongo por alguna razón, la misma que probablemente me llevo a dejarlos, casi siempre en la mitad, comprendiendo así, que incluso lo que se abandona regresa de vez en cuando a la memoria.
Con la lectura me he ido escapando de esos días pesados donde la quietud deseada se tornaba sorpresivamente impertinente cuando la tenía entre mis brazos o esos otros, donde los acontecimientos vividos secuestraban el silencio que tan necesario me era a veces.
Con magníficos libros que no debería haber olvidado, aprendí a confrontar ideas diferentes a las mías, hallé preguntas que nunca me había planteado y me topé con respuestas intuidas. Con ellos, calmé dolores no expresados y abrí la puerta a la ilusión de los días todavía por venir. A través de muchas de sus páginas, viajé más allá de mis propias creencias, en muchas ocasiones aun por construir, y me emocioné con vidas especiales que nunca serán mías. Recorrí lugares jamás visitados e imposibles de imaginar por mi inexperiencia y encontré la belleza en su estado más puro. Los libros trasformaron a menudo un día un tanto gris en una noche de apacible luna. Y devoré cuantas líneas fui capaz antes de que Morfeo llegase por fin a anestesiar mi voluntad.
Aunque ha pasado mucho tiempo desde que abrí curiosa la primera página de un libro, aun puedo recordar que amé la lectura, casi al mismo tiempo que descubría a mi primer amor y de la misma sutil manera que evitas al chico que te niega, sufrí leyendo libros obligados que no me interesaban, durante los años escolares. He pasado apacibles horas entre libros de muy variada índole y la mayoría de las veces el criterio de selección fue emocional, lo confieso. Tal vez debería haber invertido mejor mí tiempo, apuntado más alto, optado solo por un criterio intelectual. Quién sabe. Pero todos aquellos autores cuyos nombres tiendo torpemente a olvidar, tenían algo que decir y yo estuve allí tratando de comprender lo que contaban. Libremente. Pues así es como me he manejado con la literatura. Sin mas cadenas que las propias, sin modas, sin estereotipos. Un título, una sinopsis, una portada, una delicada encuadernación, unas líneas degustadas apresuradamente en una librería pueden sin saber porqué atraparme. Cuando acabo el libro es cuando suelo entenderlo, el flechazo, digo y durante unos segundos me lleno de silenciosa gratitud hacia el autor y su casi siempre fabuloso trabajo.
Entonces dudo, ¿Y si fuera el libro el que me elije a mí?. Y en este punto, nunca consigo una respuesta que me resulte convincente.
No siempre acierto en lo que elijo como lectora y no todo es exquisito en el más puro sentido literario. No me importa. A cada libro lo he buscado por una razón distinta. Y la única condición como he dicho, es que fuera capaz de provocarme una alteración del ánimo, intensa y pasajera, agradable o penosa, que fuese acompañada de cierta alteración somática tal y como dice el Real diccionario de la lengua para definir emoción. A partir de ahí estaba dispuesta a continuar fielmente su lectura, a dejarme guiar, entretener o incluso convencer. Quisiera haber podido retener mucho más en mi memoria de cuanto he leído, quisiera haber podido acercarme más al autor o a su biografía pero pocas veces ha sido así, tal vez por demasiado ruido interior o quizás por que el mensaje que encerraba en sus líneas, sí que se quedó de un modo más sutil conmigo. Tal vez por que solo retenemos lo que estamos dispuestos a recibir. Los ha habido de muchos tipos, como las personas que he ido conociendo a lo largo de la vida, interesantes, divertidos, dinámicos, instructivos, aburridos, incluso ilegibles pese a tener la tinta bien impresa y prometer mucho.
Por eso, cuando tengo la ocasión de tener un libro que me llega por sorpresa y casi siempre con cariño, lo tomo con cuidado mientras me pregunto cual será la emoción que me provoque y si cuando lo termine sentiré o no ese negro pesar de lo que acaba demasiado pronto.
El libro se abre entonces ante mí para darse a conocer y yo deseo que de la primera a la última página me atrape fuertemente y no me suelte…



Así es como “La vidriera irrespetuosa” de Carmen Montoro vino a mi encuentro.



O eso creo, que fue “La vidriera” la que me encontró a mí a través del mejor embajador posible, un muchacho joven e inteligente muy cercano a su autora.
Comencé entonces su lectura con el mismo afecto con que me había sido regalado y el escepticismo propio de estas situaciones y me dispuse a averiguar cual sería la emoción que me tenía preparada. Lo leí de un tirón. Eso significa que le dediqué encantada todo el tiempo del que dispuse y aún más, hasta que lo terminé.
Carmen Montoro es una malagueña, escritora de vocación. Esto, lo de escritora, viene señalado después de su profesión actual en la contraportada de su libro, donde además se descubre que esta es su primera obra. En mi opinión, Carmen debería haber escrito primero que es escritora y solo después haber añadido la segunda condición. Si uno presiente una vocación no puede sino serlo y aunque este sea el primer libro de Carmen, estoy segura que el noviazgo con la escritura ha sido tempranero y continuado en el tiempo. Lo intuyo por que la “Vidriera irrespetuosa” desde mi punto de vista como lectora es una libro rotundo. Me refiero que tiene todos los ingredientes posibles para que merezca ser tenido en cuenta por cualquier lector ávido de buenas historias.
La “vidriera irrespetuosa” es una novela muy bien estructurada, o a mi me lo parece, donde los personajes entrelazan sus vidas con pinceladas leves sobre ese lienzo enorme que es Argentina y en ocasiones importantes, ir a encontrarse con otros personajes cuyas vidas quedan fuertemente enlazadas por el amor o la amistad, probablemente con la cercanía y el desgarro de la letra de un tango.

“Francesca tuvo el presentimiento de que no debía haber hablado de su hermano, pero ya era tarde.
Giacoma supo enseguida que su plan estaba surtiendo efecto, porque Fabrizio la seguía por donde iba y pasaba mucho tiempo apostado cerca de su casa”

La autora sitúa y conecta la acción en tres países bien diferentes (Italia, España y Argentina) pero parejos.
Ha terminado la Primera Guerra Mundial y la joven América es el destino que se presenta para muchos europeos como un espejismo capaz de desvestir la miseria cotidiana y transmutarla en algo que se puede abandonar para siempre en la bodega de un barco de vapor para ser quemada tal vez junto al carbón que lo impulsa antes de empezar de nuevo.

“Yo era el elegido de la familia. No sé por qué. No era el mayor que heredaría la casa y tenía la obligación de cuidar de nuestros padres. Tampoco era de los pequeños que aun andaban pegados a la falda de mi madre. –Ramón, creo que tu podrías ir a América- dijo mi padre una noche mientras cenábamos en la cocina pan de centeno migado en vino.”

Una frase que se deja caer entre lo cotidiano, en la rutina pobre y gris de un día cualquiera de aquella España emigrada, unas palabras en familia que sin embargo dirigen la vida de Ramón lejos de ella, hacia Buenos Aires. Todo lo que ha de acontecer a partir de aquel instante cambiará la vida de este gallego y su vocabulario.
Criollos, otarios, malevos, milongas, discurrirán por la nueva vida de Ramón, y su quehacer diario se irá sutilmente entrelazando con la dureza de otras vidas difíciles como las de Manuela y Mario. De la mano de estos personajes descubriremos fortalezas y debilidades, de aquella época, viajando así en el tiempo hacia una Argentina miserable a la par que grandiosa. A lo largo de su capítulos nos mantendremos irremediablemente atentos a los misterios y penalidades que rodean los jóvenes años de Ramón y podremos conocer de una forma interesante, la peculiar sociedad Argentina de aquel tiempo.
La vidriera irrespetuosa te engancha. Te provoca emociones. Por el estilo ágil de su narración, por su vocabulario preciso, pero sobre todo por él interés que despierta su historia. Ramón es además de un personaje bien construido, un superviviente del mandato paterno y su lugar de nacimiento en la familia, pero también de las duras circunstancias que le acontecen, de las amenazas de los barrios bajos y de los secretos de la burguesía. Alguien a quien acompañar para desvelar la intriga de un misterio.
Me ha gustado mucho la “Vidriera irrespetuosa” de Carmen Montoro, lo suficiente para ponerla como escritora favorita y esperar con ganas su próxima publicación. Por que alguien que ha hecho tan buen trabajo seguro que lo continua. Si eres fiel lector de este blog y me has seguido hasta aquí, no puedes detenerte en este punto. Sigue y no te detengas hasta conseguir un ejemplar de “La vidriera irrespetuosa” de Nuevos Editores. Te gustará.

jueves, 16 de abril de 2009

La anciana recuerda que a veces fue joven



La anciana recuerda que a veces fue joven,
y sus piernas mueve como si trotase.
La vieja no olvida que cruzaba ríos,
subía montañas, visitaba pueblos,
vendiendo sonrisas y abrazando vidas.
Y entonces se deja llevar al galope,
los ojos cerrados con el sol dormido
porque ensaya enferma, el instante quedo
cuando entre sollozos suene la campana
que anuncie la muerte del cerebro impío.
Una despedida, un duelo vistiendo
su cuerpo menudo enredado en huesos.
Ya no siente apenas el peso cansino
del paso tiempo, cada noche sola,
no imagina nada, pasado o futuro.
La vieja se sube sin tino las lentes
una mano torpe se marcha al bolsillo
y sus piernas mueve como si trotase.
Anciana se queda su vida gastada,
de sueños pequeños y silencios rotos.
Entonces ocurre, sus ojos se abren
y mira a los hijos pensando en sus padres
recorre su infancia, descubre su vida,
y por un momento recuerda su nombre.
Solo es un segundo el que encuentra cuerdo,
tiempo suficiente para comprender
cuánto miedo siente a no recordar,
quienes son los suyos, donde está su casa,
cómo caminar, de que alimentar
su cuerpo menudo, caduco y traidor.

lunes, 13 de abril de 2009

Concepción Rodriguez

Estimada hermana,

Es esta supongo y si me lo permites, una carta de agradecimiento. Unas líneas sinceras que me regresan a un lugar bien conocido por las dos. Lo veo claro como entonces, ¿y tu?, una amplia y luminosa sala digo, donde estoy tímidamente sentada en una pequeña silla de melamina marrón junto a un pupitre garabateado, en el lugar preciso donde pasaría dos años de mi infancia.
Por alguna razón hermana, de todas las disposiciones posibles de los pupitres en los que estuve sentada como alumna, (lineales, de dos en dos, en filas, en grupo) es esta, la de grupo en quinto curso, en la que recuerdo mejor donde estaba exactamente sentada. Y creo haber encontrado tres razones de cierto peso que lo podrían tal vez, justificar.
Una, que en frente tenía un lagarto disecado dentro de una caja al que a mí siempre se me antojaba vivo y mirándome fijamente a los ojos. Dos, que la formación en grupo era la que más me gustaba y tres, que quinto curso fuese el mejor curso escolar de toda mi vida.
Ahora sé sin lugar a dudas que aquellos pueriles días fueron tiempos para profesores con mucha vocación. No te será difícil recordar que en las aulas estábamos el doble de alumnos que hoy en día y que en los primeros ciclos la tutora del curso impartía además casi todas las asignaturas, a excepción de las que eran deportivas, artísticas o de idiomas.
Nada que ver con lo que ocurre ahora, donde las aulas tienen menos niños, menos vocaciones, más profesores especializados en una asignatura y más conflictos. Y es tal vez por esto, más difícil crear un vínculo. Pero también los niños y los padres somos diferentes y a veces una dificultad añadida en el trabajo de algunos buenos profesores, supongo.
Pero ahora estoy contigo y en esos años donde casi todas las televisiones eran en blanco y negro, los discos de vinilo, y el teléfono se dejaba en casa con su cable para ser usado a escondidas de tu padre puesto que solo debía ser utilizado para dar recados urgentes.
Con los recuerdos que tengo sobre ti me ocurre algo parecido a la disposición de los pupitres. Te explico.
He tenido antes y después muchos otros profesores acompañándome durante la infancia y la adolescencia, y como los pupitres, han resultado estar en disposiciones también, muy variadas.
Nunca me he tomado un tiempo para contar cuantos docentes fueron responsables de mi educación, la verdad, pero seguro que si lo hiciese el número no bajaría de la treintena.
Son un buen número lo sé, pero aun así es una cifra mucho menor de la que tendrá mi hija a lo largo de su vida de estudiante y sin embargo hermana, confío en que al menos pueda encontrar uno que sea para ella tan significante y respetado como lo fuiste tú para esta antigua alumna que hoy te escribe.
Te confieso que de mucho de esos profesores ya solo recuerdo algunos rostros, unos pocos nombres, alguna voz, un poquito de su aspecto o anécdotas de relativa importancia. De otros sin embargo, soy capaz de describir como impartían su asignatura, o señalar la coherencia o incoherencia entre lo que impartían y como se mostraban, de algunos menos su sonrisa sincera y de muy poquitos otros, su cariño. La mayoría supongo, fueron buenos profesores para una alumna entre miles, pero yo que tal vez soy un punto ingrata, solo recuerdo todo, de aquellos que me fueron imprescindibles.
Debe ser porque la vida me sitúa hoy a través de mi hija, cerca de ese momento en el que tu y yo nos despedimos o porque temo que los años vayan haciendo sin permiso previo una selección natural de mis mejores recuerdos, que he querido que supieras a través de estas líneas, que de cuantos profesores he tenido tu fuiste para esta ex alumna la mejor maestra. Una guía sabia, en ese difícil reto que es crecer y hacerlo medianamente bien.
Que recuerde de ti tantos detalles no puede deberse entonces solo a una selección natural de la memoria o a mi actitud seguramente abierta al aprendizaje durante aquel tiempo. No. Ha de ser algo mucho más profundo.
Creo que lo que sucede en realidad es que hubo razones suficientes e importantes durante ese par de cursos en que fuiste nuestra tutora y profesora, que hacen que hoy me sea sencillo volar de nuevo con mi pensamiento dentro de esa aula y sentirme tan bien dentro de ella.
Lo que hoy trato tan torpemente de decirte debería haber sido dicho mucho antes, no tanto porque pueda ser necesario para ti hermana, ya que no creo que dependas del reconocimiento implícito de los otros, sino porque soy yo quien lo necesita.
Necesito manifestarte que fui dueña de un tiempo, contando diez y once años en que ir al colegio me gustaba mucho. Que aquellos años de cuarto y quinto son los que sitúan con diferencia mis años escolares como un periodo que mereció la pena y enmascara el tedio que pudo venir en las aulas posteriores y mi falta de interés en algunas asignaturas.
Cuarto y quinto de E.G.B fueron sin duda alguna para mi los mejores años, porque a través de tus acciones para con nosotras, fui descubriendo los primeros indicios de quién era yo en realidad. No creo haber estado nunca más cerca de mi misma que entonces. Pero sobre todo hermana, son buenos años porque siendo niña me sentí significada en el mundo de los adultos, cuando tú me lo abrías y me permitías expresarme, cuando me dabas responsabilidades después de salir delegada o me llamabas al orden cuando podían no gustarte algunas cosas.

¿Crees que alguien será capaz de creerme si al leer esto digo que contigo y a esa tierna edad de once años aprendí muchas de las lecciones que más me han servido en el mundo laboral y en mi vida en general? Pues así ha sido.
Muchas cosas de ti captaban mi atención pero siempre me sorprendió tu imaginación, tu capacidad docente y tu entrega. 43 niñas y tú podías con ellas y con el día a día.¡Y aun te daba tiempo para complicarte la vida proponiéndonos actividades que nos formaban como personas y que nos abrían puertas a lugares donde no habríamos ido sin ti!.
Fuiste una religiosa valiente y avanzada a tu tiempo, lo tengo claro, pero también ecuánime y generosa. Hoy que soy mucho más mayor y madre en continuo aprendizaje, aun lo siento así más fuertemente. Y es que hermana, donde otros sólo fueron capaces de ignorar o incluso ningunear, tú proponías actividades que motivaban y permitían descubrir capacidades o incapacidades. Ambas cosas tan importantes para crecer.
Fue contigo hermana, esto es importante, con quien aprendí la agradable sensación del reconocimiento, “Lux merece una buenas vacaciones” rezaba en aquel cuadernillo rojo con los resultados escolares de tu puño y letra. ¿Sabes?, no recuerdo claramente aquel verano del setenta y ocho, si las tuve o no tan buenas como era tú deseo quiero decir, pero jamás he olvidado esa frase tuya y los excelentes resultados que pude conseguir con mi esfuerzo y tu trabajo.
Y aquella breve línea significó para mí más que mis propios resultados, fue la frase que me abrió los ojos no a mi necesidad de reconocimiento (que confieso que la tuve, pero de la cual ya conseguí librarme a tiempo, gracias a Dios) sino a mi actitud para con los demás y a la importancia de educar en ello, a la alegría del esfuerzo recompensado aunque no se trate del propio.
Sobre el trabajo en equipo, todo cuanto sé lo sé por que tú nos diste muchas oportunidades de ponerlo en práctica, con trabajos escolares, eucaristías cantadas, funciones de fin curso…Todo un mundo de arte e imaginación que una vez abandonamos ese año desapareció en su totalidad y yo, ahora te lo digo, sentí un gran vacío difícil de llenar.
Te diré más si me lo permites, si hubo alguna vez durante la infancia en la que pude expresarme en voz alta y retarme así, cara a cara con el pánico escénico fue también en esos años de la pre adolescencia, donde a menudo nos hacías preparar un tema para que lo explicásemos al resto de la clase y nos ayudabas a ello. Me moría de miedo, no sabes hasta que punto pero, ¡cómo me gustaba!. ¡Hasta el minicomputer parecía servir para algo! . Me “molaba” aquello de ser profesora por un rato e intentar que todo el mundo lo entendiera. Bolitas por aquí y por allá cambiando de casilla. ¿lo recuerdas?
Contigo entendí la importancia de la tarea bien hecha, de la limpieza y el esfuerzo. Tu método de trabajo organizado y con fechas razonables, nos devolvía la responsabilidad del trabajo entregado a tiempo y sin excusa posible.
Las pocas canciones infantiles que aprendí lo hice de la voz de otras niñas en las excursiones que nos programaste y si alguna vez hubo un momento concreto en que empecé a amar escribir, debió ser con las redacciones escolares que tú nos encargabas. Pero todo pasa y todo queda…Una vez acabado quinto de E.G.B., llego Septiembre y tú no estabas, te marchaste o te retiraron de nosotras, nunca fuiste muy clara, en eso. Ni la despedida que te preparamos fue suficiente para no añorarte. Regresaste unos años después y ambas nos reconocimos supongo un tanto más cambiadas. Yo ya no era esa niña con un punto brillante que tu me hacías sentir, sino una adolescente llena de contradicciones y tú, la misma profesora, regresaste con un método de enseñanza que se encorsetó en los cánones que se establecieron después de tu partida. Y enseguida llego de nuevo otra despedida, esta vez la mía hacia un colegio de chicos con grado superior y en los años posteriores, ahora te lo cuento, te buscaría con ahínco y con la esperanza de hallarte de algún modo, en los nuevos profesores que fui teniendo en los años que vinieron, pero ninguno resultaría ser como aquella profesora ilusionada y paciente de la pre adolescencia, que abarcaba más de lo que su trabajo le exigía.
Terminé COU y flirteé con la universidad brevemente para pasarme en seguida a unos estudios alternativos de tres años, el tiempo pasó entonces a una velocidad de vértigo y con cariño y por sorpresa, me preparaste un coro infantil con tus alumnas de entonces para que cantasen en mi boda. No se si entonces llegué a decírtelo pero, nada pudo emocionarme más. Aquellas voces infantiles me trajeron muy gratos recuerdos. Ningún regalo que tuve entonces significó tanto para mí. Me sentí querida y arropada por mi antigua profesora. Aun conservo el cirio y la biblia, que lo sepas. Aunque he sido un tanto desastrosa en este punto y no la he abierto lo que debería a lo largo de los años…
Después la vida tomó otro ritmo, nos vimos en contadas ocasiones y hablamos muy de vez en cuando por teléfono en un modo inconsciente de no llegar a perder el contacto para siempre. En una de esas ocasiones me pareció reconocer de nuevo un tanto de aquel aprecio mutuo que nos tuvimos. “Mi mejor alumna” me dijiste para mi sorpresa, aun sabiendo que abandoné la universidad y que tal vez debería haber conseguido mayores logros académicos. “Mi mejor alumna” Repetiste también el otro día cuando te llamé para saber cómo te encontrabas. Y sabes hermana, yo estoy segura de que hubo más de una alumna especial en tu corazón y que otras alumnas tuyas consiguieron llegar más lejos que yo, pero a pesar de ello y de ruborizarme cuando lo escucho, siento que me lo dices de corazón porque, ese mismo corazón conecta con el mío cuando lo escucha y quiere devolverle con gratitud, un poquito de lo que recibió. No he sido la alumna más brillante para la mejor profesora que tuve y sin embargo sé que no te sientes decepcionada y yo hermana, te lo agradezco.
Agradezco que creyeses en mí y que consiguieses sacar de mí las mejores calificaciones en esa época pero sobre todo te agradezco que siempre me hayas permitido ser lo que soy. Es motivo de orgullo para mí que me recuerdes y que fueses tú quien me mostrase la mejor herramienta para lo que ha sido mi vida. Por que esa herramienta (que no llegaré a dominar nunca) me salvó de situaciones dolorosas y me dio satisfacciones importantes y por eso la utilizo hoy de la mejor manera de que soy capaz, contigo.
Para hacerte llegar a mi manera, cuánto me importas y decirte sobre todo, muchas gracias hermana y que sepas que nada me gustaría más, que mi hija pudiese conservar en su memoria el recuerdo de una profesora como tú cuyo tiempo vivido me trae el sabor a chucherías y helados de vainilla entre galleta y esos los olores a tiza o pegamento que lo impregnaban todo entre gritos infantiles y palmadas tratando de devolver el orden.
Cada día de tus cursos era un día diferente al anterior, donde merecía la pena esperar a saber qué nos tenías preparado y estudiar….estudiar para estar más cerca del conocimiento que nos llevaría a crecer pero también para corresponderte como te merecías.
Todos los valores que me mostraste siguen aquí conmigo y ese es hermana un buen legado.

Cuídate mucho porque “Conchita merece una buena jubilación”.


miércoles, 1 de abril de 2009

Del rojo al marrón pasando por el verde



Se llama Jonathon Porritt y es asesor para temas medio ambientales del Gobierno británico y habría pasado completamente desapercibido para mí, si no fuera por lo graciosillo de su nombre (dicho of course, con todo el respeto) y el despropósito de su planteamiento en la solución que propone, al omnipresente problema del calentamiento global.
Porritt de quien desconozco todo a excepción de sus declaraciones parece super guay; profesor, escritor, asesor y verde, para más señas. Un color que va vertiginosamente superando al rojo chino o “Pekín red” que suena más “in”. ¿Y que pasa si mezclamos el rojo chino con el verde ecologista? Que parece que sale un color un tanto brown, es decir que apunta a marrón caguerilla y en este punto reconozcámoslo, suena más bien contaminante.
Será por eso que el primer ministro George Brown se ha buscado un asesor muy pero que muy verde.
Pues bien este ilustre asesor bien intencionado, de quien se dice en Internet tiene dos retoños (vete tu a saber) considera que el Reino Unido debería reducir drásticamente su población, para lograr una economía y una sociedad sostenible y salvar en consecuencia este deslustrado planeta.
Yo supongo que lo debe decir sin complejos puesto que el mundo entero profesa esta nueva religión a pies juntillas donde el hombre pasa a ser de un mero huesped a ser una especie Dios todopoderoso.
Esta teoría, cuyo resultado de ponerla en práctica ahorraría unos cuantos gasecillos, eso ni lo discuto, se sustenta en datos grandiosos y amenazantes como que los seres humanos emiten 50.000 millones de toneladas de CO2 al año., y que cada nuevo niño que nace en EEUU genera 9.441 toneladas métricas de CO2. Con estos datos u otros parecidos Porrit y otros destacados investigadores (que de tanto pensar en el planeta se están olvidando de la libertad del hombre es su derecho mas ancestral) consideran que hay que bajar las emisiones en un 80% y hay que hacerlo ya.
Los analistas Keith Sherwood y Craig Idso, adeptos independientes que viven de investigar la grave enfermedad de nuestro planeta, empiezan a proponer soluciones de tipo radical pero efectivo.
Estos analistas consideran que costaría mucho tiempo reeducar a la población en sus costumbres (en esto va a ser que les alabo el gusto) y que convendría hacer una ley supercorrecta que limitase el número de nacimientos en Estados Unidos y Europa, por considerar que los datos que ellos han conseguido con su esfuerzo investigador, nos hacen responsables en mayor medida de la enfermedad planetaria, que lugares como por ejemplo África. Y lo dicen sin detalles de tipo sentimental (sería demasiado que ahora la pobreza fuese buena para el planeta). Así que empieza a manejarse la posibilidad de plantear una ley que obligue a los padres a tener un único hijo. Pero esto no lo dicen en la ocurrencia de una tertulia sino que lo hacen también bajo la firme creencia (me cuesta creer que ellos mismos se lo crean) de que "Una persona es responsable de las emisiones de CO2 de sus descendientes". ¡Ja!, en un mundo donde casi nadie se hace responsable de algo nos vamos a sentir responsables de los gases de nuestros descendientes y de sus hábitos más peculiares, eso perdónenme, es saber muy poquito de la condición humana.
No quiero ni imaginar la cuota de responsabilidad que tiene que tener una familia genéticamente obesa si seguimos este razonamiento consumista, o el maniático de la limpieza que tiene la mala costumbre de ducha pongamos por ejemplo, todos los días o aquel que le gusta acumular basura literaria o el niño que no deja coleccionar cromos de sus futbolistas preferidos, esos corren detrás de una pelota sobre un campo verde que necesita tanta agua para dejarlo así de verde.
Pero centremos el tema de nuevo en Porritt que es asesor de los que luego tienen la posibilidad de legislar. Para Sr Porritt lo que hay que conseguir es reducir en unos años la población del Reino Unido a la mitad y dice Reino Unido por que es el país que le paga el asesoramiento, supongo. Llegados a este punto, no se asusten si trabajan en Londres y no son británicos, no parece que vaya por ahí lo de hacer hueco (de momento). Eso tan loable, quiere conseguirlo limitando al mínimo el índice de natalidad. Menos mal que es un punto pacifista o al menos lo parece en su razonamiento y el veto lo pone a los que han de llegar mediante fecundación y no a los que están ya o han sido fecundados en otros lugares más o menos contaminantes.
Claro que si es cierto que él tiene dos hijos y si se trata de una persona coherente (ya que lo cortés no quita lo valiente) a lo mejor cuando dice mínimo quieres decir dos, y entonces la cosa empieza a apuntar un poco mejor (puesto que si la mayoría de las parejas del Reino Unido tienen dos hijos en la actualidad, pueden incluso llegar a comprender en su conjunto esta desinteresada iniciativa, porque nosotros los humanos, funcionamos un poquito así ¿no?).
Esta noticia habría pasado inadvertida para mí por ridícula, si no fuese porque lo veo posible de aquí a unos años, china ya no está tan lejos, ¿no? y la estupidez está cada vez más presente en los asesoramientos y los asesorados, y de cualquier cosa que suena moderno hacemos una ley que prohibe en nombre de la libertad.
Se ha generado tal psicosis con el cambio climático que la mayoría de las personas parecen estar secuestradas por el miedo. Y una persona miedosa es muy fácil de convencer, por no decir manipular (los terroristas, los padres autoritarios, lo jefes acosadores, los empleados violentos, por ejemplo, saben mucho de esto).
La ciencia, esa misma ciencia con mayúsculas que se debe cuestionar así misma continuamente, por su propia salud, parece cómoda en este tema y son pocas las voces que se escuchan en otro sentido como por ejemplo las que hablan de la posible influencia magnética sobre la tierra y su relación con estos cambios climáticos.
“Las variaciones climáticas actuales podrían estar afectas «en torno a un 15 ó un 20%» por la actividad del Sol, según ha indicado el investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) Manuel Vázquez” quien sin embargo añade que las causas hay que seguir buscándolas en el hombre.
“Aún tenemos algunas incertidumbres, pero podemos estimar que el componente principal -más del 50%- del aumento de la temperatura en los últimos 50 años es la actividad humana” dice un tal Geoff Jenkins .
Si bien parece claro que el clima en el mundo ha cambiado y que hay que promover iniciativas que no conviertan esto en un vertedero para buitres leonados con un enorme agüjero en el cielo, déjenme que como persona sin subvención para esta loable investigación, ni jets que me llevan a mi y a tres o cuatro más a conferencias del riñon la hora, me pueda permitir pensar que sobre el cambio climático pueda haber otros factores que no son los humanos y que por desgracia para nuestra humanidad, no lo podamos controlar tan fácilmente.
Sé que al hombre en general le es más fácil pensar en estos momentos que él es la causa única del problema y si él es la causa también puede estar en la solución.
El hombre no es Dios y debe rectificar la conducta irrespetuosa que ha tenido sobre el planeta eso creo que es indiscutible, porque es cierto que lo ha perjudicado en muchos aspectos pero puestos a salvar un planeta para que lo habiten tres colores (green, red, brown) o apostar por un futuro incierto pero con respeto hacia la inteligencia humana y su propia salvación, lo tengo claro. ¡Vaya una victoria pírrica sería esta de los verdes asesores!. Hay una tendencia demasiado paternalista por parte de los actuales estados y me asusta. Tendría gracia cómo en nombre de la libertad se aniquila el derecho del hombre a ser libre en la elección de una familia. Por desgracia el hombre ya sabe lo que ocurre cuando el estado se mete en estos asuntos, unas cuantas chinitas e indias sufrieron las consecuencias de tamaña elección y lo siguen haciendo.
¿O será que el fin sí justifica los medios?
Mejor que sigamos trabajando en el sentido común y en la educación, por que ellos, los asesores verdes, no lo saben todo. Saben solo lo que saben y que es bastante menos que lo que desconocen. Como nos ocurre a la mayoría.
Pero no se trata de mí sino de todos. Si la producción es la que ha llevado al planeta a esta situación va a ser que le vamos a dar una tregua con la crisis. Salvemos el planeta ya, pero no a costa de ir contra el propio hombre que lo habita.

Yes, we can!

INGLÉS a la carta

Come and enjoy yourself!

Aprende vocabulario inglés de una forma entretenida.

Tarjetas interactivas que nos ayudan a avanzar.

"Me gustó la web quizlet, y enseguida me animé a preparar material para mi propio aprendizaje. Si quieres mejorar tu vocabulario y no tienes tiempo de preparar tu propio material, puede que este sitio te interese. Ve a "Sets" en Come and enjoy yourself!"

Gracias por visitar este blog ¡ Que tengas un buen día!."

"Gacela" (Lux)