lunes, 13 de abril de 2009

Concepción Rodriguez

Estimada hermana,

Es esta supongo y si me lo permites, una carta de agradecimiento. Unas líneas sinceras que me regresan a un lugar bien conocido por las dos. Lo veo claro como entonces, ¿y tu?, una amplia y luminosa sala digo, donde estoy tímidamente sentada en una pequeña silla de melamina marrón junto a un pupitre garabateado, en el lugar preciso donde pasaría dos años de mi infancia.
Por alguna razón hermana, de todas las disposiciones posibles de los pupitres en los que estuve sentada como alumna, (lineales, de dos en dos, en filas, en grupo) es esta, la de grupo en quinto curso, en la que recuerdo mejor donde estaba exactamente sentada. Y creo haber encontrado tres razones de cierto peso que lo podrían tal vez, justificar.
Una, que en frente tenía un lagarto disecado dentro de una caja al que a mí siempre se me antojaba vivo y mirándome fijamente a los ojos. Dos, que la formación en grupo era la que más me gustaba y tres, que quinto curso fuese el mejor curso escolar de toda mi vida.
Ahora sé sin lugar a dudas que aquellos pueriles días fueron tiempos para profesores con mucha vocación. No te será difícil recordar que en las aulas estábamos el doble de alumnos que hoy en día y que en los primeros ciclos la tutora del curso impartía además casi todas las asignaturas, a excepción de las que eran deportivas, artísticas o de idiomas.
Nada que ver con lo que ocurre ahora, donde las aulas tienen menos niños, menos vocaciones, más profesores especializados en una asignatura y más conflictos. Y es tal vez por esto, más difícil crear un vínculo. Pero también los niños y los padres somos diferentes y a veces una dificultad añadida en el trabajo de algunos buenos profesores, supongo.
Pero ahora estoy contigo y en esos años donde casi todas las televisiones eran en blanco y negro, los discos de vinilo, y el teléfono se dejaba en casa con su cable para ser usado a escondidas de tu padre puesto que solo debía ser utilizado para dar recados urgentes.
Con los recuerdos que tengo sobre ti me ocurre algo parecido a la disposición de los pupitres. Te explico.
He tenido antes y después muchos otros profesores acompañándome durante la infancia y la adolescencia, y como los pupitres, han resultado estar en disposiciones también, muy variadas.
Nunca me he tomado un tiempo para contar cuantos docentes fueron responsables de mi educación, la verdad, pero seguro que si lo hiciese el número no bajaría de la treintena.
Son un buen número lo sé, pero aun así es una cifra mucho menor de la que tendrá mi hija a lo largo de su vida de estudiante y sin embargo hermana, confío en que al menos pueda encontrar uno que sea para ella tan significante y respetado como lo fuiste tú para esta antigua alumna que hoy te escribe.
Te confieso que de mucho de esos profesores ya solo recuerdo algunos rostros, unos pocos nombres, alguna voz, un poquito de su aspecto o anécdotas de relativa importancia. De otros sin embargo, soy capaz de describir como impartían su asignatura, o señalar la coherencia o incoherencia entre lo que impartían y como se mostraban, de algunos menos su sonrisa sincera y de muy poquitos otros, su cariño. La mayoría supongo, fueron buenos profesores para una alumna entre miles, pero yo que tal vez soy un punto ingrata, solo recuerdo todo, de aquellos que me fueron imprescindibles.
Debe ser porque la vida me sitúa hoy a través de mi hija, cerca de ese momento en el que tu y yo nos despedimos o porque temo que los años vayan haciendo sin permiso previo una selección natural de mis mejores recuerdos, que he querido que supieras a través de estas líneas, que de cuantos profesores he tenido tu fuiste para esta ex alumna la mejor maestra. Una guía sabia, en ese difícil reto que es crecer y hacerlo medianamente bien.
Que recuerde de ti tantos detalles no puede deberse entonces solo a una selección natural de la memoria o a mi actitud seguramente abierta al aprendizaje durante aquel tiempo. No. Ha de ser algo mucho más profundo.
Creo que lo que sucede en realidad es que hubo razones suficientes e importantes durante ese par de cursos en que fuiste nuestra tutora y profesora, que hacen que hoy me sea sencillo volar de nuevo con mi pensamiento dentro de esa aula y sentirme tan bien dentro de ella.
Lo que hoy trato tan torpemente de decirte debería haber sido dicho mucho antes, no tanto porque pueda ser necesario para ti hermana, ya que no creo que dependas del reconocimiento implícito de los otros, sino porque soy yo quien lo necesita.
Necesito manifestarte que fui dueña de un tiempo, contando diez y once años en que ir al colegio me gustaba mucho. Que aquellos años de cuarto y quinto son los que sitúan con diferencia mis años escolares como un periodo que mereció la pena y enmascara el tedio que pudo venir en las aulas posteriores y mi falta de interés en algunas asignaturas.
Cuarto y quinto de E.G.B fueron sin duda alguna para mi los mejores años, porque a través de tus acciones para con nosotras, fui descubriendo los primeros indicios de quién era yo en realidad. No creo haber estado nunca más cerca de mi misma que entonces. Pero sobre todo hermana, son buenos años porque siendo niña me sentí significada en el mundo de los adultos, cuando tú me lo abrías y me permitías expresarme, cuando me dabas responsabilidades después de salir delegada o me llamabas al orden cuando podían no gustarte algunas cosas.

¿Crees que alguien será capaz de creerme si al leer esto digo que contigo y a esa tierna edad de once años aprendí muchas de las lecciones que más me han servido en el mundo laboral y en mi vida en general? Pues así ha sido.
Muchas cosas de ti captaban mi atención pero siempre me sorprendió tu imaginación, tu capacidad docente y tu entrega. 43 niñas y tú podías con ellas y con el día a día.¡Y aun te daba tiempo para complicarte la vida proponiéndonos actividades que nos formaban como personas y que nos abrían puertas a lugares donde no habríamos ido sin ti!.
Fuiste una religiosa valiente y avanzada a tu tiempo, lo tengo claro, pero también ecuánime y generosa. Hoy que soy mucho más mayor y madre en continuo aprendizaje, aun lo siento así más fuertemente. Y es que hermana, donde otros sólo fueron capaces de ignorar o incluso ningunear, tú proponías actividades que motivaban y permitían descubrir capacidades o incapacidades. Ambas cosas tan importantes para crecer.
Fue contigo hermana, esto es importante, con quien aprendí la agradable sensación del reconocimiento, “Lux merece una buenas vacaciones” rezaba en aquel cuadernillo rojo con los resultados escolares de tu puño y letra. ¿Sabes?, no recuerdo claramente aquel verano del setenta y ocho, si las tuve o no tan buenas como era tú deseo quiero decir, pero jamás he olvidado esa frase tuya y los excelentes resultados que pude conseguir con mi esfuerzo y tu trabajo.
Y aquella breve línea significó para mí más que mis propios resultados, fue la frase que me abrió los ojos no a mi necesidad de reconocimiento (que confieso que la tuve, pero de la cual ya conseguí librarme a tiempo, gracias a Dios) sino a mi actitud para con los demás y a la importancia de educar en ello, a la alegría del esfuerzo recompensado aunque no se trate del propio.
Sobre el trabajo en equipo, todo cuanto sé lo sé por que tú nos diste muchas oportunidades de ponerlo en práctica, con trabajos escolares, eucaristías cantadas, funciones de fin curso…Todo un mundo de arte e imaginación que una vez abandonamos ese año desapareció en su totalidad y yo, ahora te lo digo, sentí un gran vacío difícil de llenar.
Te diré más si me lo permites, si hubo alguna vez durante la infancia en la que pude expresarme en voz alta y retarme así, cara a cara con el pánico escénico fue también en esos años de la pre adolescencia, donde a menudo nos hacías preparar un tema para que lo explicásemos al resto de la clase y nos ayudabas a ello. Me moría de miedo, no sabes hasta que punto pero, ¡cómo me gustaba!. ¡Hasta el minicomputer parecía servir para algo! . Me “molaba” aquello de ser profesora por un rato e intentar que todo el mundo lo entendiera. Bolitas por aquí y por allá cambiando de casilla. ¿lo recuerdas?
Contigo entendí la importancia de la tarea bien hecha, de la limpieza y el esfuerzo. Tu método de trabajo organizado y con fechas razonables, nos devolvía la responsabilidad del trabajo entregado a tiempo y sin excusa posible.
Las pocas canciones infantiles que aprendí lo hice de la voz de otras niñas en las excursiones que nos programaste y si alguna vez hubo un momento concreto en que empecé a amar escribir, debió ser con las redacciones escolares que tú nos encargabas. Pero todo pasa y todo queda…Una vez acabado quinto de E.G.B., llego Septiembre y tú no estabas, te marchaste o te retiraron de nosotras, nunca fuiste muy clara, en eso. Ni la despedida que te preparamos fue suficiente para no añorarte. Regresaste unos años después y ambas nos reconocimos supongo un tanto más cambiadas. Yo ya no era esa niña con un punto brillante que tu me hacías sentir, sino una adolescente llena de contradicciones y tú, la misma profesora, regresaste con un método de enseñanza que se encorsetó en los cánones que se establecieron después de tu partida. Y enseguida llego de nuevo otra despedida, esta vez la mía hacia un colegio de chicos con grado superior y en los años posteriores, ahora te lo cuento, te buscaría con ahínco y con la esperanza de hallarte de algún modo, en los nuevos profesores que fui teniendo en los años que vinieron, pero ninguno resultaría ser como aquella profesora ilusionada y paciente de la pre adolescencia, que abarcaba más de lo que su trabajo le exigía.
Terminé COU y flirteé con la universidad brevemente para pasarme en seguida a unos estudios alternativos de tres años, el tiempo pasó entonces a una velocidad de vértigo y con cariño y por sorpresa, me preparaste un coro infantil con tus alumnas de entonces para que cantasen en mi boda. No se si entonces llegué a decírtelo pero, nada pudo emocionarme más. Aquellas voces infantiles me trajeron muy gratos recuerdos. Ningún regalo que tuve entonces significó tanto para mí. Me sentí querida y arropada por mi antigua profesora. Aun conservo el cirio y la biblia, que lo sepas. Aunque he sido un tanto desastrosa en este punto y no la he abierto lo que debería a lo largo de los años…
Después la vida tomó otro ritmo, nos vimos en contadas ocasiones y hablamos muy de vez en cuando por teléfono en un modo inconsciente de no llegar a perder el contacto para siempre. En una de esas ocasiones me pareció reconocer de nuevo un tanto de aquel aprecio mutuo que nos tuvimos. “Mi mejor alumna” me dijiste para mi sorpresa, aun sabiendo que abandoné la universidad y que tal vez debería haber conseguido mayores logros académicos. “Mi mejor alumna” Repetiste también el otro día cuando te llamé para saber cómo te encontrabas. Y sabes hermana, yo estoy segura de que hubo más de una alumna especial en tu corazón y que otras alumnas tuyas consiguieron llegar más lejos que yo, pero a pesar de ello y de ruborizarme cuando lo escucho, siento que me lo dices de corazón porque, ese mismo corazón conecta con el mío cuando lo escucha y quiere devolverle con gratitud, un poquito de lo que recibió. No he sido la alumna más brillante para la mejor profesora que tuve y sin embargo sé que no te sientes decepcionada y yo hermana, te lo agradezco.
Agradezco que creyeses en mí y que consiguieses sacar de mí las mejores calificaciones en esa época pero sobre todo te agradezco que siempre me hayas permitido ser lo que soy. Es motivo de orgullo para mí que me recuerdes y que fueses tú quien me mostrase la mejor herramienta para lo que ha sido mi vida. Por que esa herramienta (que no llegaré a dominar nunca) me salvó de situaciones dolorosas y me dio satisfacciones importantes y por eso la utilizo hoy de la mejor manera de que soy capaz, contigo.
Para hacerte llegar a mi manera, cuánto me importas y decirte sobre todo, muchas gracias hermana y que sepas que nada me gustaría más, que mi hija pudiese conservar en su memoria el recuerdo de una profesora como tú cuyo tiempo vivido me trae el sabor a chucherías y helados de vainilla entre galleta y esos los olores a tiza o pegamento que lo impregnaban todo entre gritos infantiles y palmadas tratando de devolver el orden.
Cada día de tus cursos era un día diferente al anterior, donde merecía la pena esperar a saber qué nos tenías preparado y estudiar….estudiar para estar más cerca del conocimiento que nos llevaría a crecer pero también para corresponderte como te merecías.
Todos los valores que me mostraste siguen aquí conmigo y ese es hermana un buen legado.

Cuídate mucho porque “Conchita merece una buena jubilación”.


No hay comentarios:

Yes, we can!

INGLÉS a la carta

Come and enjoy yourself!

Aprende vocabulario inglés de una forma entretenida.

Tarjetas interactivas que nos ayudan a avanzar.

"Me gustó la web quizlet, y enseguida me animé a preparar material para mi propio aprendizaje. Si quieres mejorar tu vocabulario y no tienes tiempo de preparar tu propio material, puede que este sitio te interese. Ve a "Sets" en Come and enjoy yourself!"

Gracias por visitar este blog ¡ Que tengas un buen día!."

"Gacela" (Lux)