La cajita metálica

Nacho tiene un secreto. Bueno, la verdad es que probablemente Nacho tenga más de uno, pero el que guarda con más interés es este al que hoy me refiero. ¿Qué cómo lo sé? Eso también es un secreto, pero te doy una pista. Lo conozco por la misma razón que se que tú crees que miento. No me ofendo, tranquilo. Tiene sentido lo que piensas. Si yo conozco el secreto de Nacho, entonces ya ha dejado de ser un secreto. Puede que así sea pero para él, que nunca se lo ha contado a nadie y ni sospecha de mi extraña habilidad, todavía lo es.

Nacho es un chaval alto, bien parecido y un punto desgarbado que está dejando de ser niño y por eso a veces rescata de su infancia capacidades que nunca le gustaría perder, pero que se empeña en ocultar. Unos días se siente fuerte, un Sansón de su colegio y se alegra de la metamorfosis que está sufriendo en su cuerpo y en su interior, pero en otros días más grises, se odia a sí mismo porque no sabe bien cómo manejar tanto cambio, y eso hace que a menudo se meta en más líos de los que puede hábilmente manejar. Unas veces su vida le parece la mejor y no se cambiaría por nadie, pero otras, se meterían en el cuerpo de otro y desaparecería durante unos cuantos días, para comprobar si alguien le echaba de menos. Pero de un tiempo a esta parte, esa sensación de querer ser lo que no es, ya no es tan intensa. Ahora, hay momentos en los que incluso se llega a sentir feliz de ser quien es. Nacho, que con sus dieciséis años no es del tipo ese de tío que pasa su tiempo comiéndose el tarro, siente a veces, inexplicablemente para él, una sensación intensa, como si se cortocircuitase y es entonces cuando una de esas impertinentes preguntas le asaltan. Hoy ha sufrido una de esas descargas o más bien sobrecarga en su red cerebral y se ha vuelto a preguntar cosas sobre sí mismo, para las que no encuentra una buena respuesta.

Si hace caso a su padre, sabe que él, Nacho, es un desastre, un inútil, un fracasado y en consecuencia una gran decepción. Lo peor de esa definición paterna es que a veces él también lo cree. Pero la mayoría de los días no se considera así en absoluto y piensa que sí sabe a dónde dirigir su joven vida. Cuando piensa de este modo, siente ganas de ser más responsable, dejar el tabaco, beber sin tener que regresar ciego e incluso de ponerse a estudiar esas estúpidas asignaturas que solo le sirven para tener problemas en casa. ¿Cuántas veces ha pensado que en realidad, él vale lo que pone cada trimestre en sus notas escolares? Muchas, cientos, tantas veces que ya no las cuenta. Cuando eso le sucede es cuando tiene más ganas de pasar de todo y de todos.Pero desde hace unos meses ya no se siente así de negativo, hay una persona que ocupa la mayoría de sus pensamientos, una chica guapísima, increíble. Diferente a todas las que ha conocido hasta ahora. Ella es puro encantamiento, tiene un rostro impresionante que solo con mirarlo lo atrapa. Y una forma de ser… ¡que no siempre comprende!, y que unas veces le hace desear estar a todas horas hablando con ella y otras le enfada por no entender ese magnetismo extraño que ejerce sobre él y sobre su comportamiento. Nadie hasta hoy ha sido tan especial para él y eso, le gusta y le da miedo.
Miedo a que ella descubra que él es ese inútil que dice su padre y entonces se de cuenta de que no merece estar con un don nadie y lo deje sin preaviso, por alguien más inteligente. Nacho, tiene miedo a no tener la respuesta correcta cuando ella le pregunta cualquier cosa, pero sobre todo, tiene mucho miedo a quedarse sin ese poder tan extraño que le dan los labios de esa niña y perderse de nuevo entre miles de chicas que no le importan en absoluto porque ninguna es como ella ni lo será nunca. Ella, que es pura alegría, es lo que hoy más necesita para no perder el norte y acabar siendo un náufrago en su propia vida. Por eso tuvo aquella extraña idea hace ya ocho meses, tan rara le pareció cuando le sobrevino que incluso a él mismo le sorprendió. Hoy la sigue por ello guardando en absoluto secreto. Un tío no puede nunca confesar algo así, ¿Quién lo entendería?.El la había observado durante muchos días cuando pasaba de camino a casa de una amiga, sus ojos se quedaron atrapados en los de ella desde el primer momento que la vio y no paró hasta conseguir que ella sintiera lo mismo por él.Le costó lo suyo que ella mostrase algún interés por él, porque si algo le sobraba a esa niña eran admiradores, tíos dispuestos a morir por ella. Pero a veces la suerte está de tu lado y ese día fue él el elegido y es por eso, porque solo imaginar perder esa oportunidad le producía un dolor agudo en el estómago, por lo que se decidió a robarle aquél primer beso y para su sorpresa ella no le detuvo. Un beso mágico. Breve, sutil, magnético. Impresionante. Sus pupilas dilatadas y su corazón a punto de salirse por la boca.Sus labios apenas si rozaron los de ella, era su último intento, para que ella reaccionarse y se diese cuenta de que él, Nacho también llamado el apátrida, la quería. Funcionó. Por eso tomó la decisión más confusa de su vida y hoy guarda sus consecuencias en secreto. A Nacho hace días que dejó de importarle que lo llamaran loco y por ello continúa con su plan sin remordimiento.
Nacho es desde ese momento, ni más ni menos, que un coleccionista de besos. Pero no de cualquier clase, no, solo de besos románticos, lo que todavía lo hace más inconfesable y lo convierte en un lunático o en un bobo, pero no le importa en absoluto. Nacho sabe que no tiene muy buena memoria así que tomar esa iniciativa cuando los encuentra, le tranquiliza porque tiene claro que no quiere olvidar nunca esa sensación única e incontrolable que surge sin premeditación y que te transporta lejos de todo cuanto te rodea pero que te lleva curiosamente más cerca de ti mismo. Una sensación increíble y auténtica, que supera incluso a la que experimenta cuando su equipo marca gol.Desde ese día de verano en que le surgió el primero de ellos, los ha habido, a cientos porque quiere mucho a esa chica imprevisible de largo cabello oscuro, pero no puede quedarse con todos ellos, así que elige los más especiales. Hasta el momento se ha guardado cuatro, los más románticos, los mejores.

Si el primer beso fue blanco, el segundo nació púrpura como los capirotes de Semana Santa, surgió en un autobús urbano. El subió en la parada posterior al colegio de ella y llevaban sentados un buen rato, ella no paraba de hablar y hacía ya unos segundos que él había perdido el hilo de la conversación porque solo la observaba; sus ojos que entreabría o cerraba para dar más énfasis, sus manos inquietas, retirándose el pelo que quedaba atrapado en el brillo de sus labios...por eso de repente, se acercó a ella sin decir nada y la besó en la frente. Ella sonrío al mismo tiempo que un anciano sentado en la parte de atrás y que no había dejado de despotricar durante todo el tiempo de los cambios que el ayuntamiento, había hecho en el canal y del número de árboles que se había cargado, les recriminaba su indecorosa actitud. Tuvieron que decirle que les dejase tranquilos. Pero aquella situación a Nacho solo le pareció desagradable porque junto al hombre estaba sentada su nieta y no le gustaba que esa niña a la que no le quedaba tanto para ser adolescente escuchase como su abuelo discutía con él, por algo tan inocente. Aquél había sido sin duda un beso con riesgo inesperado que nació espontáneamente así que decidió que ese sería el segundo beso que guardaría para siempre.

El tercero fue de un azul turquesa intenso, como el mar que baña los arrecifes de coral y le pilló a Nacho completamente desprevenido, por nada del mundo lo hubiese imaginado. Regresaba del centro con su chica después de haber pasado la tarde realizando cambios en algunas tiendas de moda, se apearon del autobús y un trueno enorme hizo que ambos mirasen hacia el cielo. En aquel instante una tromba de agua se les vino encima y les pilló en una calle ancha sin ningún sitio próximo donde guarecerse. Ella se colocó la mochila del colegio sobre la cabeza y ambos empezaron a correr, al los diez segundo los dos estaban completamente empapados. Ella con el rímel y el eyeliner extendido y él con el pelo chafado. De repente la joven se detuvo y grito su nombre. “¿Qué haces?, ¿estás loca? ¡No te pares!” Le espetó Nacho calado hasta los huesos. Pero entonces ella le cogió de la mano y le dijo “¡Bésame!” Una corriente eléctrica de alto voltaje le recorrió el cuerpo, una intensa sensación de felicidad le hizo olvidarse del mundo, por eso ninguno de ellos pudo escuchar los pitidos de los coches que atascados por la lluvia trataban de abrirse paso hasta su destino. Ni se percataron de los pasajeros que aburridos miraban por la ventanilla de su vehículo y sonreían. Era el diluvio universal y a Nacho no le importaba, el resto del camino lo hicieron riendo a carcajadas. No le cupo duda que ese beso azul turquesa, el primero que ella le pedía, lo guardaría también para siempre.

Cuando recuerda el cuarto Nacho todavía no se lo cree, y sus ojos dibujan estrellitas debido al amarillo tan intenso que tiene. Nacho le había pedido a su chica que se pasase por el campo de del Hernán a verle jugar su partido de futbol, de ese partido dependía su clasificación en un equipo regional. El entrenador le había prometido tenerlo jugando todo el tiempo en el campo, y eso sí era una oportunidad que le apetecía compartir. Ella se lo había pensado mucho antes de ir “me da vergüenza, allí sola en las gradas…¡todo el mundo me mira!”, “Normal” pensaba él, “eres preciosa” pero no le decía nada, luego recuerda que ella le dijo alzando más la voz “además, ¿Para qué quieres que vaya, si ni siquiera me saludas mientras juegas?”. “¡Porque me desconcentro!” le había dicho él confesándole la verdadera razón solo a medias y luego le había vuelto a pedir, con su mejor mirada, que fuera a verle el próximo Sábado. Al final, ella sí se presento y con el mp3 a tope, pretendiendo aislarse del mundo que la miraba, presenció el partido. En el segundo tiempo Nacho recogió la pelota que le paso el número 25 y con unos golpes ágiles se situó ante el guardameta, disparando con una precisión y una fuerza que nunca antes había experimentado. Todo el equipo celebró el gol. Nacho calculo la distancia que le separaba de ella y en unos segundos estaba allí junto a su chica, dedicándole el gol con un beso rápido, pero lo suficientemente largo para que ella se sonrojase.Aquella tarde fue memorable porque besarla fue como quien le pone gasolina a su scooter, y Nacho consiguió dos goles más para su equipo. Sin duda el poder de ese beso amarillo, no quería olvidarlo nunca, así que decidió añadirlo a su colección.

Así que este y no otro es el gran secreto de Nacho y que hoy he descubierto yo por casualidad, porque como bien cabría esperar de un adolescente como él, se ha dejado la cajita metálica donde guarda esos besos, abierta. Y es que, si algo es este chico es descuidado y soñador. Tal vez debería darle una lección y robarle sus recuerdos de colores, tal vez así comprendiese al perderlo, el auténtico valor de lo que tiene. ¿Pero quién soy yo para hacer eso? Yo soy invisible, brisa díscola en este día de primavera que por casualidad y porque la ventana de su habitación se quedó entreabierta en un descuido, me he colado en el interior de sus secretos y sin pretenderlo he encontrado su tesoro.Mejor me voy a mi firmamento, antes de que cierren la ventana, de la misma forma que llegué hace unos minutos tras una tormenta, suavemente y sin ruido, pero antes de hacerlo utilizaré mi viento para colocar esos besos de nuevo donde estaban, pues no fue mi intención al entrar aquí que se perdiesen y cayesen al suelo, ¡pero es que pesan tan poco!, que mi simple entrada lo ha hecho volar por la habitación…

¿Y qué pasará si cuando despierte ya no están sus besos? Tal vez pensase injustamente, que todo había sido un sueño y que ni siquiera ella existe de verdad.