En el número 53 de la revista Mente y
Cerebro, se informa de los últimos estudios sobre inatención o
hiperactividad, señalando que esta “condición” (estado especial en el que sea haya alguien o algo), no se perpetúa en todos los casos.
En opinión de Nigg, «posiblemente sea crónico en ciertos casos, fluctuante en otros, y
puede que algunos niños mejoren de forma espontánea».
En opinión de Turner, “Si, por definición, todo trastorno ha de ser de larga duración, entonces
estamos sobre diagnosticando el de TDAH”, ![]() |
¿Con qué sueña una mariposa cuando duerme? |
Muy pocos saben lo que hemos
pasado para llegar aquí. Y nadie sobre cuanta certeza alimento mi ánimo en el
desánimo, certeza de que sí saldrías un día definitivamente de tu frágil crisálida y tu vuelo
sería silencioso, limpio y tus alas preciosas. Repentino, como casi todo contigo.
“La vida
es sacrificio” decía mi madre en mi adolescencia, y yo la odiaba por no
entenderme, por anticiparme lo que ya intuía esa niña vieja. Por no dejarme ser
una ignorante y haberme parido tan responsable. Pesa, la
responsabilidad agota, pero la irresponsabilidad anula, destruye, te convierte en un estúpido juguete a pilas
que se para cuando menos lo esperas.
Brillan tan hermosas tus alas, son
suaves, frágiles y aunque dudo que
tengas claro a dónde dirigirte, recuperas
hoy por fin tu vuelo sabiendo ya mejor quien eres. ¡Qué viaje tan largo para una mariposa! Pienso,
pero no es cierto.
Es breve, breve como el aire que
apagó las velas de tus primeros cumpleaños, breve como el beso en la mejilla que a veces
desdeñas cuando te busco, tan breve como el abrazo que nos damos al
encontrarnos por la escalera.
“Nadie te regala nada” decía mi madre y sus palabras golpeaban mi cerebro con la intensa vibración de un gong, y yo de nuevo creía odiarla por ser tan pragmática y estar siempre en continuo movimiento, pura acción, como luchando cada instante por nuestro porvenir, en un estado casi enfermizo de supervivencia infinita y en esa actitud tan suya de no entender la necesidad que yo tenía de caer para coger impulso, y quebrarme el ala si fuera necesario en ese intento. Y aprendí pronto que nadie tiene la obligación de regalarnos nada pero tardé un poco más en comprender que tampoco nadie tiene el derecho de quitarnos los que nos pertenece.
“Nadie te regala nada” decía mi madre y sus palabras golpeaban mi cerebro con la intensa vibración de un gong, y yo de nuevo creía odiarla por ser tan pragmática y estar siempre en continuo movimiento, pura acción, como luchando cada instante por nuestro porvenir, en un estado casi enfermizo de supervivencia infinita y en esa actitud tan suya de no entender la necesidad que yo tenía de caer para coger impulso, y quebrarme el ala si fuera necesario en ese intento. Y aprendí pronto que nadie tiene la obligación de regalarnos nada pero tardé un poco más en comprender que tampoco nadie tiene el derecho de quitarnos los que nos pertenece.
Sin embargo también pude comprobar que la vida, se hace
más fácil cuando nos acompaña en el camino buena gente, cuando no
hipotecas tu libertad y cuando eliges
ser fiel a tu propio esfuerzo, y a los valores que sustentaron a los tuyos antes que a ti en otras dificultades.
Seguro que yo también utilizo frases impertinentes
y ya gastadas que te enervan, y que
probablemente tú como yo entonces, conspiras a veces contra esa fuerza
centrípeta llamada madre y hayas creído que me odias más de una vez (cuando todavía estas bien lejos de saber que es eso).
A unos días del cumpleaños de tu abuela, y en medio de esta crisis feroz que ahoga también la voz o el ánimo de los mejores, tu esfuerzo, tu compromiso y tu falta de sueño que no de sueños, nos trajo motivos para celebrar con orgullo tus resultados y desearte fuerza para seguir construyendo tu futuro.
A unos días del cumpleaños de tu abuela, y en medio de esta crisis feroz que ahoga también la voz o el ánimo de los mejores, tu esfuerzo, tu compromiso y tu falta de sueño que no de sueños, nos trajo motivos para celebrar con orgullo tus resultados y desearte fuerza para seguir construyendo tu futuro.
Ahí va como ejemplo una de mis impertinente frases “Recuerda quien eres niña, las mujeres de nuestra familia nunca se han
rendido” o “vale lo pillo, ahora olvídate de la queja, si vas a desgastarte que
sea en la solución, te sentirás mejor”. Sí, lo sé, suena pelín duro a tu edad, ¿como la vibración de un
gong?, pero es que es tan cierto mi niña... Tan cierto y tan duro como lo que me
decía tu abuela sin contemplaciones. Tan verdadero como la actitud a veces resignada, otras luchadora, y casi siempre silenciosa
de tu bisabuela, quien entre la negrura de su luto perpetuo reía tímidamente cuando
me empeñaba en hacerle cosquillas y su anciana voz sonaba divertida y frágil en
su saco de huesos o cuando mostraba una sonrisa silenciosa porque yo insistía,
en comprarle un vestido de botones con un poquito de blanco sobre ese fondo tan negro. Hay muy buena gente ahí arriba cuidando de tí, me sobran razones para creer que es así, también ellos están en tu camino.
Pero con todo y con eso, no es
menos cierto que la vida siempre tiene
su forma particular de mostrar también su mejor lado y esos momentos que nos llegan sencillamente como nos ha llegado
este, en un papel resumiendo los logros de tu esfuerzo merecen sin duda ser celebrados con todo mi cariño. Felicidades y adelante, queda
camino y eso es muy bueno, porque en el
camino está también lo emocionante, la dolorosa sabiduría del corazón que palpita y todos los que te acompañan para que no te
sientas sola en ese esfuerzo. Camina
entonces niña, a tu natural ritmo, como siempre lo has hecho, porque quedarse inmóvil
no cambia nunca nada a voluntad. Y gracias, gracias por tu esfuerzo y tu
actitud, chica lista. Impresionante.