Ricardo Serna es, por encima de cualquier definición, lo que él se siente. Lo tiene claro y así lo manifiesta en su web.
"Me llamo Ricardo Serna y soy escritor. Tengo dicho en algún sitio –no recuerdo dónde- que cada uno es lo que siente"
Un hombre así de contundente debe entonces haber entendido bien su misión en la vida. A Ricardo, Zaragozano de nacimiento le apasiona “diseñar vidas y destinos” y lo hace muy bien.
Me gusta el autor pero más me alegra haber conocido a la persona que hay tras las palabras y considerarla sobre toda definición posible, un amigo. No, un buen amigo.
Ricardo nos dice:
“Cada día con más frecuencia tiendo a confundir ambos espacios, a identificar mejor y sin conflictos, vida y literatura” este es Ricardo Serna, un hombre que vive a través de la escritura o para quien la escritura se manifiesta a través de la vida.
- El laberinto de los Goliardos. Editorial Arbalea
Palabras que me inspiró el recorrido por el laberinto y en las que confío para que tú, mi lector generoso con tu tiempo en la red, te animes a leer la obra de este autor.
“A partir del momento en que un pasado aparentemente extraviado, regio y fuerte es encontrado, Jaime vive lo más parecido a un flechazo, un fuerte sentimiento de pertenencia inexplicable que le hace aceptar la oferta del vendedor de aquella casona del pirineo sin asomo de duda. A partir de entonces, el acontecer de los próximos meses y todo lo que rodea a la casa y al pueblo de Sopeira, tendrá para Jaime -y par el lector- un significado de búsqueda que se antepone al tiempo quedo que parece reinar en ese tranquilo lugar. Jaime, en una actitud recién nacida, dispuesta a recibir cuanto le sea presentado, se dejará distraer por el deseo hacia Susana, profesora en Sopeira, y cuya profesión coincide en mucho por alguna razón con el protagonista. Sin embargo, no será motivo suficiente que le disuada o lo perturbe en su empeño de proseguir por el laberinto de su curiosidad más verdadera. El laberinto de los goliardos es para el lector un agradable paseo por el paraíso descubierto por Jaime y Sara, y que alberga misterios que sólo en el último momento se revelan, dejando al lector con la agradable sensación de querer saber más… ¿Pero acaso no es ésa también la misma sensación que lleva a Jaime a Madrid para investigar la historia de este lugar y del monasterio románico de Alaón? La curiosidad mueve a Jaime, y el lector lo acompaña encantado hasta donde el protagonista decida llevarlo finalmente, pero para llegar a ese lugar tendrá el lector que tomar el libro con el buen humor obligado del que se sabe en el mundo de los vivos, comulgando de ese modo, y en las primeras líneas, con la actitud del protagonista. He sido lectora curiosa de El laberinto de los goliardos, y como siempre que he leído algo de Ricardo Serna, siento que su relato posee la identidad amable y genuina del autor aragonés y el reflejo mágico del esbozo de algún tiempo de su propia vida, detenido para siempre en la maestría de su oficio de escritor. Ahora, una vez fuera de ese laberinto y del relato tan entretenido como vivaz que ha dejado en mi retina un Sopeira desconocido, puedo ir a Internet y teclear su topónimo, donde unas bellas imágenes del enclave aparecen en la página web de su ayuntamiento: y por alguna buena razón, tengo la sensación de haber sobrevolado en un perfecto vuelo rasante ese majestuoso lugar”.
2 comentarios:
Me gusta mucho como escribes.
He agregado un enlace de mi blog al tuyo.
Un saludo y ánimo.
Gracias Zuppi
Sigo con interés tu blog y la fuerza de tus opiniones. También a Gavión, me ilustro lo que puedo con su conocimiento del tango.
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