Son las seis de la tarde dormida de un verano,
la gacela se clona sobre el césped mojado,
elegante, tranquila, ajena al edificio
con su tela de araña y su insecto despierto.
Los miedos se tropiezan, ella calla y observa
escrutando la esencia de un jardín granizado.
Gacela en cuatro hierros repintados en tierra,
con el viento jugando entre el lomo cansado.
Te declaré mi amor con sólo cinco años,
al trote, al galope paseando en el tiempo.
Has llegado a mi casa, te has quedado conmigo
¡ Apátrida gacela, he visto el movimiento
en tu piel oxidada!
Por eso te vigilo y transito tu sombra,
la gacela se clona sobre el césped mojado,
elegante, tranquila, ajena al edificio
con su tela de araña y su insecto despierto.
Los miedos se tropiezan, ella calla y observa
escrutando la esencia de un jardín granizado.
Gacela en cuatro hierros repintados en tierra,
con el viento jugando entre el lomo cansado.
Te declaré mi amor con sólo cinco años,
al trote, al galope paseando en el tiempo.
Has llegado a mi casa, te has quedado conmigo
¡ Apátrida gacela, he visto el movimiento
en tu piel oxidada!
Por eso te vigilo y transito tu sombra,
no puede ya engañarme tu quietud simulada
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