¡ La familia al poder !
Ninguna publicidad me había golpeado nunca en el estómago de esa forma. Y
la hay, bien lo sabemos, de muchos tipos, los suficientes como para no
permanecer indiferente ante alguna de sus campañas. Con la publicidad se nos
venden productos pero la también ideas políticas o incluso catástrofes. Todas
aspiran a llegar al espectador, moverle por dentro y dirigirlo a su causa.
En la actualidad la hay abundante, tanta
y a veces tan bien hecha que personalmente, aunque tal vez algo menor eso sí,
me parece un arte. Me gusta. Ser original, no repetir una idea, impactar,
abrumar, sorprender pero sobre todo cumplir un fin eficientemente; hacer llegar
el mensaje en unos segundos o en una imagen…al público objetivo, es un
propósito complicado, misión casi imposible. Por eso en ocasiones se recurre al
impacto o se evoca a alguna película de moda, o se crea polémica, pero en todos
los casos el mensaje juraría que ha sacado un billete en clase preferente y se dirige directamente
al centro de nuestras emociones.
Ese vehículo invisible de conexión
con el receptor tiene su poder y es la razón por la cual no todo debe valer y por
la que se debe recordar también en este contexto, que el fin no debe justificar
los medios. Bien es verdad que la publicidad ha creado sus propios canales para
autorregularse y tratar de manejarse dentro de una ética empresarial que trata
de estar en sintonía con la sensibilidad de cada sociedad, pero siempre hay algún provocador que la desafía.
Se necesita hacer reaccionar al público objetivo, acaparar su máxima atención y sobre todo interesarle sí o sí por el
producto publicitado. El producto, recordemos que es esa “cosa” que en estos
días se considera gasto imperdonable y consecuencia de un capitalismo endemoniado,
pero el producto es también lo que
justifica que se creen muchos puestos de
trabajo en la industria. Sin nada que vender a ese público objetivo, ingresos 0.
Sin ingresos sobre los que imponer una carga impositiva, se acabaron las aspiraciones
de nuestra sociedad de bienestar. Simple. El consumo debe ser el peso justo que
permita equilibrar la balanza de recursos de una sociedad y de un hogar. Demasiado
peso malo, demasiado poco también. Se requiere una sociedad adulta y
responsable para lograr ese equilibrio, y por tanto personas equilibradas en
cada uno de los puntos que influyen sobre ello.
Todo el mundo vende algo, consciente o inconscientemente, así es como
funciona el ser humano aunque funcione dentro de un mercado invisible con
productos invisibles, todo el mundo se maneja en una compra venta y en el
mercado se venden o se compran productos, que curiosamente dependen no solo de nuestras
necesidades sino también de nuestras emociones y estados de ánimo.
Por eso aquél año me sorprendió no el anuncio del coche, con su
campaña publicitaria supongo, sino mi reacción. La primera vez que vi el
anuncio en cuestión, me irritó sin razón aparente (solo es un anuncio y casi del
género infantil ¿Cuál es el problema? Me reproché a mí misma) y es por eso por
lo que supongo, sentí la necesidad de
volver a verlo de nuevo en Internet pero más despacio.
Esa vez tratando de ver el mensaje con la actitud inteligente de un
director de cine y desde distintos ángulos. Y como ocurre casi siempre, los encontré.
Distintas perspectivas facilitan una información más completa así que por
supuesto la observación de esos ángulos, me proporcionó aristas en las que
pensar.
Ángulos planos positivos, correctamente iluminados, pero también imaginados ángulos
negativos, planos tenebrosos y desenfocados, bodrios con sombras.
Callo, pienso, y acto seguido prefiero indultar el anuncio por conclusiones que no vienen al caso, porque ¿Es lo que hay o es lo que vemos? La realidad es al fin y al cabo una interpretación subjetiva de nuestro cerebro.
Ese anuncio, Seat Altea XL family, encendió irremediablemente este post en
mi imaginación, una hoja entera en el periódico dominical de ese anuncio me
puso a escribir y guardarlo muchos meses, hasta hoy.
Va de monstruos y de un oficio tan
viejo como la humanidad, supongo. Y es que de todos los oficios imaginados el
que nunca deberíamos aceptar o soportar es el de “criador de monstruos”.
Pero también es verdad que no tiene sentido sojuzgarse duramente y
condenarse sin entender al menos primero, porqué un día nos despertamos teniendo que
reconocer que en algún momento de nuestra vida hemos probablemente ejercido como criadores
inconscientes de monstruos. Ese día, cuándo llega, nos parece increíble no
haber sido capaces de ver mucho antes su colmillo, ese colmillo amarillo largo
y deforme que tan obvio y tan afilado se ve ahora.
De acuerdo con que el monstruo era demasiado peludo y puede que esto
ocultase ese signo claro de su naturaleza y puede que a veces incluso se mostrase
cariñoso, pero si lo pensamos bien seguro que hubo más de una vez que algo o
alguien sí nos lo señaló como tal “¡Mira, su colmillo!” y sin embargo le dimos
al colmillito el valor de un piercing.
Tan mono era nuestro monstruo que lo integramos con perfección y gratitud en
nuestras vidas, por mil y una vanas razones.
Tal vez una de las razones sea, que la mayoría de las personas hemos sido
educados para tratar de ser en el sentido más peligroso de la palabra buenos, tan buenos que no nos cabe en la
cabeza que nadie con aspecto “normal” pueda ser un monstruo peludo y mucho
menos que forme parte de nuestro entorno mas cotidiano. Por eso aparece esa vocecita que te recuerda aquello de "no juzgues y no serás juzgado".
Pero yo te digo que grupos no
pequeño de personas normales han
convivido (o padecido) durante algún momento de su vida con un monstruo, es
decir con una persona cruel y perversa
con una gran capacidad para manipular a otros mediante un supuesto don de gentes. Ellas,
sí saben que los monstruos existen y si no lo saben lo van a descubrir.
Esas personas buenas e ingenuas conservan aún una caricatura del amor, tan
tierno y esclavo, como infantil. Alguien importante para ellas, olvidó aseverar en su
presencia tal vez tratando de no herirla, que los monstruos sí existen en la
vida real y que a los monstruos no se les ama, y con esa sutil omisión las dejó condenadas de por vida a su merced. Alguien importante amó a su monstruo y con esa imprudente actitud la desautorizó para ejercer una sana desafección hacia lo monstruoso.
Los monstruos necesitan un tipo muy especial de alimentación y cuando les
ofrecemos (amor,incondicional comprensión, justificación u olvido de sus actos), los vamos haciendo más fuertes y mucho más
grandes. Tan grandes son los monstruos criados de ese modo al calor de un hogar "normal" que irremediablemente asfixian a sus criadores al compartir
la misma habitación, el mismo coche, la misma reunión, el mismo despacho, o la
misma clase y lo hacen para que sus victimas no hablen, para que no escapen,
para devorarlas.
Se puede ser “criador involuntario
de monstruos”, cuando se aceptan comportamientos que deberían denunciarse y confrontar.
Incluso si nosotros no fuimos o somos su presa debemos señalarlo cuando lo vemos y no justificarlo.
Pero somos buenos en el sentido menos bueno de la palabra, más buenos que
el vecino, que el amigo, que el hermano, que tal vez merezca lo que le ocurre
por enfadar al monstruo y por eso, pensar en el otro como en ese monstruo
perverso que se prepara para devorarnos o devorar al otro no entra en nuestra
lógica. ¿Quién quiere dejar de ser bueno, el niño perfecto que papá y mamá
esperaban que fuésemos? ¿Por qué yo?¿Por que a mí? Se pregunta la victima
mientras tanto.
Pero si lo piensas bien, ¿Y por qué
no tú? Cualquier persona podría estar en sus fauces cuando tiene hambre y no
tiene a otro en ese momento, si no distingues lo que es un
monstruo, si eres corto de vista o duro de oído, estás perdido, cuanto más opuesto eres a ese monstruo más atractivo les resultas, porque al contemplarte le recuerdas todo lo que él no será nunca.
Nadie nos dijo que no somos malos sino juiciosos por dejar de alimentar al
monstruo, es incluso posible que nos educasen para convivir con uno y fingir
que no lo era y por eso nos duele tener siquiera por un segundo lúcido, la visión
de un jefe monstruo, de un trabajador monstruo, de un amigo monstruo, de un
hermano monstruo, de un marido monstruo o de un hijo monstruo. Los monstruos pueden dirigir empresas, colegios, partidos políticos, o periódicos, pueden ganarse la vida impartiendo justicia, psicoanalizando a incautos o presumiendo de enlace sindical, cuanto mayor es su cuota de poder o influencia mayores o más sofisticadas son son sus perversiones.
Pero lo único que puede salvarte de esa realidad cuando la vives, es dar
crédito a la visión, a ese único momento clarividente que tal vez te permitas
tener algún día. Cuando llegue
aprovéchalo por favor.
Utiliza ese amor incondicional que posees para quien sí lo merece y dejarle
al monstruo un espejo delante de su jeta para que sepa que sabemos quién es, alejándote
de su vida lo antes posible y también de
quienes están dispuestos a convivir con él. Porque o bien están ciegos como lo
estabas tú y esa, ahora ya lo sabes, no es buena forma de funcionar o bien, son
de su misma especie y tu todavía no les has visto el colmillo.
Cuando a menudo callamos, ignoramos o justificamos las actitudes del
monstruo le damos un poder impune a ese
ser deforme en sus valores y retorcido en su capacidad de actuar, que luego
utiliza inevitablemente contra nosotros o contra otros, y cuando finalmente lo
echamos de nuestra vida para devolverlo al hábitat donde siempre debió estar,
nos volvemos a sorprender viendo como ese monstruo encuentra a otros incautos tolerantes
para que lo sigan alimentando, gente buena que cree que ese monstruo vestido de
caperucita pero con su colmillo y su pelaje,
es una pobre victima de la sociedad.
Pero el monstruo no nos engañemos, hace lo único que le es posible hacer,
monstruosidades y tarde o temprano se aprovechará de nuevo de la estupidez
ajena e hincará sus fauces sobre
aquellos que se creen mejores que los anteriores “buenos” ahora convertidos por
supuesto en “malos” y que ejerciendo su derecho a vivir dignamente han curado
sus heridas y abandonado al pobre monstruo.
Algunas de los que sí se atrevieron a señalar al monstruo, saben que se paga un precio, cuando el monstruo es señalado públicamente, se transmuta rápidamente y toma la forma de falsa presa. Crea alrededor de su "imposible" toda una cadena de imperdonables infamias para no desprenderse del todo de su "huida presa" cometiendo mayor perversión si cabe. Pero el hecho de huir, permite una mejor visión y fortalece y una vez comprendido esto, el monstruo deja de tener poder sobre su victima y sus acciones comienzan a ser torpes, animales, va dejando la huella con el tamaño correcto, hasta el punto de delatarse por sí solo y acabar ahogado en sus propias deudas con el ser humano.
Algunas de los que sí se atrevieron a señalar al monstruo, saben que se paga un precio, cuando el monstruo es señalado públicamente, se transmuta rápidamente y toma la forma de falsa presa. Crea alrededor de su "imposible" toda una cadena de imperdonables infamias para no desprenderse del todo de su "huida presa" cometiendo mayor perversión si cabe. Pero el hecho de huir, permite una mejor visión y fortalece y una vez comprendido esto, el monstruo deja de tener poder sobre su victima y sus acciones comienzan a ser torpes, animales, va dejando la huella con el tamaño correcto, hasta el punto de delatarse por sí solo y acabar ahogado en sus propias deudas con el ser humano.
Ahora, puedo olerlos a distancia así que será poco probable que me
atrapen en sus fauces, brother.
Si crees conocer a un monstruo, lárgate rápido porque es
seguro que ellos son lo que son y no cambiará su naturaleza.
El anuncio, no tiene desperdicio. Si lo ven tal vez se permitan hacerse
algunas de estas preguntas
¿Cuáles son los monstruos que me rodean? ¿Soy yo el monstruo de alguien? ¿Soy yo un criador de monstruos?. Si tiene la suerte de no haberse
topado nunca con ninguno, piense entonces
en que tal vez sí conozca a una de sus victimas, y si se siente con
fuerza suficiente explíquele por favor cual es la
única naturaleza de los monstruos.
“Por que ya se sabe lo que pasa con
los monstruos crecen, crecen y crecen”
Por lo tanto, no los alimenten…y obliguemos al sistema y al psiquiatra a que hagan correctamente su trabajo.
Versión completa del anuncio en : www.unahistoriaxl.es.